Abres los ojos y miras a tu alrededor. Que inmenso es todo. Que pequeña pareces entre tanto. Vuelves a despertar y de repente todo es pequeño, tú eres grande. Tus acciones son grandes.
Parecer y sentirse diminuta, cuando la realidad queda alejada de esa sensación, cuando la realidad es que eres tan pequeña que a ojos de otros engrandeces.
Claro que, ¿dónde queda eso de disfrutar de las cosas que solo unos cuantos ven?
No hay nada más placentero que observar cada instante, que tus poros sientan y se introduzca el frío. No hay nada como sentarse a esperar y ver pasar vidas llenas de historias distintas, historias que forman el mundo y hacen de él un lugar distinto. No hay nada como saborear el olor del mar a kilómetros de distancia. Nada como tararear al despertar y tararear acompañada.
Hay tanto a nuestro alrededor que somos incapaces de tocarlo, a veces solo podemos rozar con la yema de los dedos.... No hay nada como el rozar.
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